EN VIVO otra mañana / Daniel Toledo



Sociedad

Jueves 09 de Julio de 2020 - Actualizada a las: 16:07hs. del 09-07-2020

MURIÓ EL PASADO DOMINGO

Muerte del canillita atropellado: "Él no está y hay que seguir"

El cronista de Sudamericana fue hasta la intersección de Avenida Artigas y Ayacucho, donde se encuentra el kiosco de diarios y revistas de Miguel “Tini” Alarcón, que tenía 62 años y fuera atropellado por un hombre y su hijo. Allí, habló con la viuda del canillita, quien le comentó cómo se sobrepone la familia a la tragedia familiar.     


Mary es la esposa de “Tini”, el puestero que muriera tras ser atropellado por un hombre y su hijo, quienes después el hecho habrían quemado el auto con el que colisionaron al vendedor de diarios y revistas. La mujer comentó que “hay que continuar”, pensando sobre todo en sus hijos, uno de los cuales estudia en la Universidad Tecnológica Nacional de Resistencia y otra que se recibió de odontóloga.

“Como él no está, no tengo otro ingreso mensual”, expuso, indicando que “Tini” se jubilaba dentro de tres años, pero no tenía pensado dejar el puesto. Ambos comenzaron en 1978, cuando ella contaba 18 años de edad y “Tini” tenía 21 años: “Acá nos pusimos de novios, nos casamos, criamos nuestros hijos”, contó, destacando que “era muy querido, muy conocido, una familia con muchos valores amor, humildad y trabajo”.

Agradeció a los vecinos y conocidos que recordaron al canillita, quienes lo veían todos los días, incluso en lluvias, tormentas e inundaciones. “Nunca conocí a una persona tan responsable en el trabajo”, destacó Mary.

EL HECHO

El caso ocurrió durante la madrugada del domingo, en el cruce de la avenida Maipú y la calle Matacos, donde un automóvil Chevrolet Vectra atropelló la motocicleta en la que viajaba el canillita de 62 años.  Tras el siniestro, el rodado se dio a la fuga.

Tini fue trasladado de urgencia al hospital Escuela, donde horas después perdió la vida. Por su parte, el automóvil fue hallado en el cruce de Bonastre e Igarzabal, abandonado e incendiado. Afortunadamente, los efectivos pudieron hallar a los culpables: un padre y su hijo, ambos de apellido Blanco.

Los dos estaban escondidos en casas de los barrios Laguna Seca y San Martín y no sólo afrontan una causa judicial, sino también la bronca de los trabajadores.

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